Un
imponente temporal de nieve, frío y viento azotó el pasado fin de semana la
zona occidental de EE UU, con récord histórico de acumulación de nieve y
afectando a 40 millones de personas. Tres meses antes, a finales de octubre, el
huracán Sandy devastó esa misma costa, además del Caribe. Incendios, olas de
calor intenso en Australia, sequías en África, inundaciones y tifones en el
sureste asiático... los fenómenos meteorológicos extremos se hacen hueco muy a
menudo entre las noticias internacionales. Y la reacción natural de la gente es
echar la culpa al cambio climático. Los científicos no lo tienen tan claro
porque es difícil identificar la tendencia de estos fenómenos puntuales en la
evolución del calentamiento global.
Ahora,
un reciente informe coordinado por la Universidad de
Harvard(EE UU) afirma que los primeros síntomas de la influencia del
calentamiento global en los acontecimientos meteorológicos especialmente
fuertes o intensos están ya aquí y van a seguir estándolo. El informe ha sido
financiado por la CIA dada importancia de los impactos de estos fenómenos en la
seguridad nacional, ya sea en las infraestructuras, en la energía, en la
producción de alimentos, en los ecosistemas naturales o la disponibilidad de
agua.
“Los
cambios inesperados en la meteorología regional probablemente van a definir el
nuevo clima normal, y no estamos preparados para ello”, explica Michael
McElroy, profesor de Harvard. Frecuentes episodios de temperaturas extremas,
menos pero más intensos ciclones tropicales, más extensas áreas de sequía e
incremento de precipitaciones son los tentáculos del calentamiento global.
Aunque
los estudios de cambio climático anticipan un incremento de los fenómenos
extremos, es intenso el debate acerca de si ya se está manifestando o no esta
tendencia. Por ejemplo, en una región en la que se han registrado
históricamente sequías, es difícil culpar al calentamiento global de la que se
produce en un año determinado. O los huracanes: si se genera una docena de
ellos al año, más o menos, de fuerza variable, los científicos no pueden
claramente determinar que se deba al cambio climático la especial intensidad de
algunos de ellos o el incremento de su número durante una temporada o dos.
“El
clima es, esencialmente, la distribución estadística de las variables
meteorológicas (temperatura, precipitaciones, humedad del aire) o rasgos generales
(calor frío, sequedad, lluvia) que se dan en una región durante un periodo de
tiempo, normalmente, 30 años de datos observacionales”, explican los autores
del informe de Harvard, elaborado junto a la Academia Nacional
de Ciencias y la Universidad de Columbia. Es delicado encajar
en esta estadística la evolución de los fenómenos extremos que pudieran estar
asociados al calentamiento global, teniendo en cuenta la variabilidad natural.
Sin embargo, se revela claramente el cambio en las temperaturas medias en
aumento de las últimas décadas.
“Un
examen cuidadoso de los recientes acontecimientos meteorológicos muestra que
los casos extremos, que antes se daban con una frecuencia de uno en 100 años,
ahora se dan en uno de cada 20 años o menos. Las series de datos temporales no
son suficientemente largas como para proporcionar la certeza estadística que
uno desearía, pero los resultados son sugerentes”, afirma el informe de Harvard.
También
está cambiando la intensidad de las tormentas. Hay que tener en cuenta que el
calentamiento de la atmósfera significa que es capaz de acumular más vapor de
agua. “En los últimos años se han observado tormentas individuales que sueltan
más agua”, señala el informe. A la vez, se ha incrementado un poco el número de
sequías. En cuanto a los ciclones tropicales en el Atlántico Norte, los
huracanes, los datos apuntan hacia menor número de ellos cada año, pero de
mayor intensidad (no hay suficientes datos de intensidad de las tormentas para
el norte del Pacífico).
En
resumen, ha habido un incremento significativo en condiciones meteorológicas
extremas en la última década, con sequías, tormentas, tornados, inundaciones e
incendios, “y todo esto es congruente con una atmósfera más húmeda y más
templada debido al desequilibrio radiactivo inducido por los gases de efecto
invernadero”, dicen los expertos del estudio.
Dado
el enfoque de este trabajo de investigación hacia los intereses de seguridad
nacional de Estados Unidos, los científicos no se limitan, sobre todo en sus
predicciones para las próximas décadas, al territorio estadounidense, sino que
abarcan también el Mediterráneo oriental, el sureste asiático, el norte de
India, China y el Ártico, consideradas zonas estratégicas. La sequía que
provoca pérdida de cosechas en una región del mundo, por ejemplo, puede
provocar inestabilidad social. Lo mismo sucede con la disponibilidad o escasez
de agua, o con la destrucción de infraestructuras, la explotación de recursos
naturales, etcétera, con los consiguientes efectos políticos del cambio
climático.