El nivel del mar se eleva en el Océano Ártico
European Space Agency. ESA
23 enero 2012
Los satélites de la ESA revelan la existencia de una
gran aglomeración de agua dulce en el Océano Ártico, que genera un abombamiento
de la superficie marina y que se ha formado a lo largo de los últimos 15 años.
Si la dirección del viento cambiara el agua vertería al Océano Atlántico,
enfriando Europa.
Los resultados son notables: desde 2002 la altura del
nivel del mar en el área estudiada se ha elevado unos 15 centímetros, y el
volumen de agua dulce ha aumentado en unos 8000 kilómetros cúbicos –alrededor
del 10% de toda el agua dulce del Océano Ártico-.
Investigadores del Centro Polar de Observación y
Modelización (CPOM), del University College London y el Centro Nacional
Oceanográfico del Reino Unido, se han basado en datos de los satélites de la
ESA ERS-2 y Envisat para medir el nivel del mar en el Ártico Occidental entre
1995 y 2010.
Los resultados se publicaron ayer en la versión online
de la revista científica Nature Geoscience.
Altura media de la superficie marina
Los científicos concluyen que la acumulación de agua,
y el consiguiente abombamiento de la superficie marina, podría ser consecuencia
de la aceleración de un gran sistema de circulación oceánica llamado Giro de
Beaufort; la aceleración se debería a los fuertes vientos Árticos.
Un cambio en la dirección del viento podría provocar
que el agua dulce se vertiera al resto del Océano Ártico, llegando incluso al
Atlántico Norte.
Si ello ocurriera podría verse ralentizada una
corriente oceánica clave que parte de la Corriente del Golfo, lo que provocaría
un descenso de las temperaturas en Europa.
La Corriente del Golfo hace que Europa disfrute de
temperaturas relativamente suaves, comparado con otras áreas de latitudes
similares.
“Cuando observamos nuestros datos a una escala anual
nos dimos cuenta de que los cambios en el nivel del mar no tenían relación
directa con el comportamiento del viento, y nos preguntamos la razón”, dice
Katharine Giles, investigadora del CPOM y autora principal del trabajo ahora
publicado.
“Una posibilidad es que el hielo marino actúe como una
barrera entre la atmósfera y el océano. Así, con los cambios en la cubierta de
hielo cambiaría también el efecto del viento sobre el océano.
“El paso siguiente es tratar de confirmar esta idea investigando
con más detalle cómo afectan los cambios en la cubierta de hielo marino a la
interacción entre la atmósfera y el océano”.
El hielo marino puede estudiarse con datos de satélite
de diferente tipo. Los radioaltímetros de satélites como Envisat y ERS-2 son
especialmente útiles en la observación de áreas inaccesibles, como el Ártico.
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